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La decadencia del pensamiento humano.


Vivimos en la época de lo políticamente correcto, de la diversidad y la inclusión, pero sobretodo de la posmodernidad. Es sumamente preocupante saber el hecho de que hoy en día la posmodernidad nos gobierna, nos domina, y sobretodo, nos ha llevado a la gran decadencia del pensamiento humano, que consecuentemente nos lleva a la decadencia misma de la humanidad. Para entender esto es necesario saber primero qué es la posmodernidad; la posmodernidad es “Movimiento cultural occidental que surgió en la década de 1980 y se caracteriza por la crítica del racionalismo, la atención a lo formal, el eclecticismo y la búsqueda de nuevas formas de expresión, junto con una carencia de ideología y compromiso social.”. En un sentido más simple, ser posmoderno implica dejar de buscar la verdad porque ésta no existe, ya que se acepta que toda afirmación es verdadera en tanto que cada quien tiene su punto de vista, y por lo tanto “nada es verdad, todo está permitido”. La primera y gran contradicción que nos ofrece el movimiento posmoderno es el hecho de que afirmar que no existe una verdad absoluta es en sí una verdad absoluta; no obstante, el objetivo del presente no es demostrar el por qué el posmodernismo está mal, sino centrarnos en el daño que nos ha causado, la crítica al mismo y cómo podemos verlo en la vida cotidiana.

Comenzaremos retomando el tema de las opiniones y los puntos de vista, y que hoy en día se nos habla de “respeta su opinión”, y peor aún, está el asunto de la tolerancia, criticado fuertemente por filósofos como Slavoj Zizek. Entonces, ¿por qué la opinión es un terrible vicio que debemos combatir? Porque nuevamente se pierde el sentido de la búsqueda de la verdad: ¿de qué nos sirve seguir buscando el conocimiento si en realidad no existe algo verdadero, pues todo es verdadero basándonos en los puntos de vista? Pongamos un ejemplo muy simple: tenemos una hoja verde, y tenemos a dos personas, una de ellas es daltónica y sólo puede ver las cosas en rojo, entonces el sujeto que está sano dirá que la hoja es verde, y el sujeto daltónico dirá que es roja. Ateniéndonos a un sentido estrictamente posmoderno, ambas afirmaciones son correctas y ni si quiera hay tiempo para una discusión porque el daltónico ve la hoja roja y se le deja que crea algo incorrecto por el simple hecho de que, literalmente, es su punto de vista y debe “respetarse”. Aquí el grave daño del posmodernismo, pues en todo caso ya no importaría de qué color es la hoja realmente, si llega otro daltónico que sólo ve en azul, ahora la hoja es verde, azul y roja al mismo tiempo, y ya no tendría sentido nombrar si quiera los colores. Pero, el hecho de que el daltónico vea la hoja verde de color roja, ¿la convierte en roja? Por supuesto que no. La hoja verde es verde sin importar que la vea un daltónico, un perro (que se dice sólo ven en escala de grises), o inclusive si un ciego no la ve, la hoja sigue siendo verde. Así, el que está sano puede explicarle al daltónico que la hoja en realidad es verde y sacarlo de su error, por lo que ahora el daltónico podrá afirmar que la hoja es verde, aunque él la vea roja, su nueva afirmación será correcta.

Traslademos ahora este ejemplo a cosas mucho más cotidianas, así, el cero siempre es cero, el blanco es siempre el blanco o el día siempre es el día, y pensemos en cosas mucho más complejas como la doctrina socialista de Marx o el superhombre de Nietzsche y recordemos cómo su mala interpretación y los puntos de vista nos llevaron a los más grandes genocidios del siglo XX y una grave crisis de los derechos humanos. Consecuencia de ello se avanzó muchísimo en materia de derechos humanos y surgieron documentos como el Código de Nuremberg u organizaciones como la ONU, que si bien no erradicaron el problema, ayudaron a que todas las atrocidades de la guerra dejaran de ser tan cínicas. El hecho es que en el mundo se comenzó a pugnar por un mayor bienestar para las minorías, adiós al racismo, la xenofobia, etc, y la premisa iba bien, hasta que llegó la absurda era de lo políticamente correcto, y nuevamente el pensamiento posmoderno haciéndose presente, pues se antepone el buen discurso, lo que se oiga “bien” a lo verdadero. Así, lo políticamente correcto nos incita a la censura, a callar la verdad y prefiere perderse en la retórica que en decir la verdad. Por ejemplo, es políticamente incorrecto decir que un obeso es obeso, pero si el obeso es obeso ¿por qué recurrimos a la retórica para querer afirmar algo que es cierto? Decimos que el obeso es “rellenito”, “gordito”, porque en realidad se nos ha enseñado a no decir la verdad y centrarnos nuevamente más en la retórica que en decir algo cierto, ya que de cierta forma se nos ha inculcado que la verdad ofende, pero es todavía más ofensivo el hecho de que para el adjetivo “obeso” haya muchísimos más sinónimos “poco ofensivos” que para “delgado”, porque entonces se da por hecho que ser obeso ya es malo, y es menos malo si al obeso le dices “gordito” o “rellenito”. Entonces aquél que le diga obeso al obeso no está cometiendo ninguna ofensa, pero aquél que le diga “gordito” al obeso, lo está ofendiendo más, pues implícitamente deja claro que debe aminorar el hecho de que alguien es obeso. Lo mismo sucede con cualquier otro tipo de adjetivos calificativos que se consideran defectos y se les atribuyen más sinónimos que nos alejan de lo verdadero por medio de la retórica: bajos, discapacitados, negros, tontos, etc. Por su puesto que al obeso no se le debe querer decir obeso para ofenderlo ni será motivo de algún tipo de discriminación por serlo, lo mismo con el negro, el discapacitado, etc. Tenemos también el ejemplo de organizaciones posmodernas como el MTS, a quienes les importa más la retórica que el mensaje mismo, importa más el cómo que el qué, y apelan a la censura para demostrar descontento social de una manera “correcta”, ignorando totalmente la importancia y la naturaleza de los insultos, pues El insulto es un acto de habla que posee en su enunciación una forma lingüística, un valor sociopragmático y un componente etnográfico (Gómez Molina 2000:103). De organizaciones neofeministas ya ni hablemos… ya habrá tiempo para otra entrada al respecto.

Entre los puntos del posmodernismo está el rechazo a lo racional. Tenemos por ejemplo el ser humano queriendo humanizar a las bestias (gente tratando a sus mascotas como si fueran personas) y lo más grave es el anteponer el bienestar de los animales al de los seres humanos, derivando en una desvalorización del ser humano proveniente del propio ser humano, siendo ésta la conducta más grave e irracional que puede haber.

Las personas pugnando primero por derechos de los animales y por otro lado despreciando a su propia especie, un conflicto psicológico emanado del propio pensamiento posmoderno. No hace falta aclarar que estoy contra el maltrato animal y por ende no estoy a favor de la crueldad; de lo que me pronuncio totalmente en contra es de anteponer el bienestar de los animales por encima del nuestro y pensar que los animales son buenos y los humanos malos por definición. Posmodernidad otra vez. Me gustaría retomar el ejemplo de algún niño en un zoológico que por descuido cae en la jaula de los leones, y las autoridades del zoológico no tienen otro remedio que matar al león, entonces se hace todo un drama en redes sociales y demás, por ser una crueldad, etc, siendo que de hecho salvaguardar el cachorro de la propia especie es la mejor conducta que se puede tener. ¿Acaso alguien piensa que si un humano se acerca a los cachorros de una leona, ésta no querrá matarlo por instinto? Pareciera que hoy en día está mal visto salvaguardar la vida humana por encima de la vida animal. (Por su puesto hay otras culpas implicadas en este ejemplo en particular, como la negligencia de la madre, pero el hecho de salvaguardar a la propia especie es lo rescatable).

Regresemos al asunto de los puntos de vista: la delgada línea entre el respeto y el derecho a ser irracional hoy en día casi se ha perdido, de manera que se ha legitimado el decir incoherencias. Evidentemente, los puntos de vista no son malos por sí mismos y enriquecen la discusión y el camino a la verdad, lo que es dañino y perjudicial es que precisamente cada punto de vista se afirme como verdadero y por ende dicha discusión no se lleve a cabo; es así como se llega a la decadencia del pensamiento humano, donde ya no se discute de política, religión, etc, porque hay precisamente este impedimento de “respetar opiniones”, por más que ellas sean erróneas. Entonces, así el pensamiento humano está en una constante decadencia, pues literalmente este se estanca y no avanza en la búsqueda de la verdad.

Finalmente, nosotros al vivir en un mundo posmoderno, es inevitable estar totalmente ajenos a ello (por ejemplo, es posmoderno que yo escriba algo relacionado a este tema puesto que no soy sociólogo o filósofo, sin embargo lo hago para abrir la discusión y no para imponer un punto de vista), no obstante es importante estar conscientes de que lo estamos y comenzar a generar un cambio en el pensamiento humano, en aras de la mejora que todo ello implica. Sólo a través de la

búsqueda de la verdad, el ser humano alcanzará mayor conocimiento y tendrá el esplendor que se merece.


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