La libertad no existe, ni debería existir.
A lo largo de la historia hemos lidiado con diferentes corrientes ideológicas que nos han metido en la cabeza cierta manera de pensar, manera equívoca que solo crea ilusión y atenta contra lo natural, que fomenta el poco entendimiento al cómo funciona una sociedad y por lo cual tarde o temprano el ciclo vuelve a repetirse: de oprimidos a opresores y de opresores a oprimidos nuevamente. Hablo de la libertad.
Por su puesto algo que no es nuevo y que incluso está legislado es la libertad: libertad de expresión, libertad de culto, libre albedrío, libre pensamiento, etc. Pero ¿qué es la libertad? Si buscamos en la RAE, encontramos que libertad es “Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”, entonces, apegándonos a esta definición deberíamos analizarla y hacernos una pregunta: ¿de verdad somos libres?
A muchos nos han dicho cosas como “eres libre de hacer lo que quieras siempre y cuando no afectes a los demás”, siendo una farsa el hecho de que somos libres, pues si hay alguna restricción, entonces deja de ser libertad. De esta forma es aplicable la restricción para todos los ámbitos de nuestra conducta, que son los que nos permiten insertarnos en la sociedad y sobrevivir como especie. No somos libres de actuar, pues nuestros actos están limitados a normas sociales que, en caso de ser quebrantadas, se nos asigna algún tipo de reprimenda dependiendo de su gravedad; por las mismas razones no somos libres de hablar o de comunicar ideas de la forma que sea (de manera escrita, artística o de cualquier otra manera), pues si se quebranta alguna norma social obtendremos alguna penitencia. Así, podría decirse que la libertad sólo existe –o podría existir- en nuestros pensamientos, en las ideas que no son tangibles ni trascienden en actos, que son nuestra única pertenencia y que nadie puede arrebatarnos, aunque, claro está, pueden manipular e influenciar, pero que podemos hallar ahí esa libertad. Para ejemplificar lo anterior imaginemos a un sujeto homofóbico: si el sujeto odia a los homosexuales y por tal motivo golpea o asesina a alguno, entonces será llevado a prisión y purgará una condena, si el sujeto escribe o dice algo homofóbico e incluso si manifiesta artísticamente algo homofóbico (un poema, una pintura, una película, una escultura), posiblemente no será sancionado penalmente, pero recibirá el reproche y la desaprobación de la sociedad (suponiendo una sociedad que no condena la homofobia), en cambio, si él sólo piensa de manera homofóbica sin asesinar, escribir o discriminar de ninguna manera, no recibirá ningún tipo de reprimenda y es aquí donde radica su verdadera libertad, la cual no está limitada a ninguna norma social.
Lo mismo sucede para todo, porque incluso no somos libres sobre nuestro cuerpo ni decidimos del todo lo que a éste gobierna: somos esclavos tanto de nuestras necesidades vitales como de la naturaleza misma, que es el ente máximo que nos gobierna; somos esclavos de la gravedad, del día y de la noche, así como de las estaciones del año y del clima, estamos a expensas de otros factores que no permiten que reivindiquemos esa libertad de actuar.
Pero, ¿cuál es el problema con la libertad? El gran problema es que se ha deformado su concepción y se nos ha vendido la falsa idea de que la libertad es un generoso regalo fruto de las luchas sociales y más grave aún: que nos pertenece a todos.
Esa libertad que han pregonado diferentes líderes a lo largo de la historia, que lograron generar grandes revoluciones y cambios ideológicos y políticos en pro de la libertad de cualquier índole, ésa es la falsa libertad a la que tanto refiero y sin embargo, la que ha permitido el avance dinámico de nuestra sociedad.
Así como dice George Orwell en su obra “1984”, existen tres tipos de hombres: los altos, los medianos y los bajos. Los altos dominan a los medianos y a los bajos, pero los medianos ansían el poder de los altos, así que usan a los bajos para quitar a los altos y ahora convertirse ellos mismos en dominantes, en altos, dejando a los bajos siendo bajos y aspirar, cuando mucho, a ser medianos. Entonces, ¿cómo usan los medianos a los bajos para quitar a los altos? Les venden falsas ideas como la libertad, hacen uso de la retórica y el discurso para encenderlos, incentivarlos, y cuando por fin los medianos logran su cometido y se convierten en altos, entonces los bajos dejan de ser importantes y nuevamente son sometidos, hasta que otros medianos necesiten usar otra vez a los bajos para quitar a los altos y así se repita el ciclo. Sin entrar en detalles podemos ejemplificar todo ello con revoluciones como la mexicana o la rusa, donde el poder sólo cambió de dueños y los sometidos siguieron siendo sometidos. Es por ello que critico abiertamente a todo aquél que, valiéndose de la retórica, intente convencer a otros de que van a conseguir la libertad, que la van a conquistar y peor aún: que les pertenece. Ni dictadura del proletariado, ni libre mercado y mucho menos libre albedrío; ha quedado demostrado que ningún hombre –o mujer- nace libre y tampoco morirá libre.
Pero ¿es mala la libertad? No ahondaremos sobre lo que es bueno y lo que es malo, pero dejando en el entendido de que lo bueno es aquello que nos es útil, en definitiva la libertad no nos es útil; por el contrario, la obediencia y la sumisión si. Simple y sencillamente porque las normas sociales y apegarnos a éstas nos han hecho avanzar como sociedad, porque como ya dije, es la única manera de insertarnos en la sociedad y sobrevivir como especie; no hay ni la necesidad de ser libres: todo lo que existe y lo que vemos es esclavo de su propia naturaleza o de la naturaleza misma, entonces la libertad no existe, ni los objetos libres, ni ningún ser vivo lo es (tanto los animales que no tienen capacidad de raciocinio son esclavos de sus instintos, como el agua lo es del clima o un objeto inerte lo es de la gravedad) porque todo obedece a alguna regla o ley, ya sea física, social y/o de cualquier otra índole.
Entonces ¿por qué hablar de la libertad o en dado caso buscarla si es algo que no existe al menos en este plano terrenal (ya habíamos dicho que sólo en nuestras ideas somos libres)? De aquí podríamos analogizarlo con la verdad y decir que la libertad es una consecuencia de la verdad misma, esa verdad de la que tanto habla Platón y que no podremos encontrar en este plano; así, sólo después de haber encontrado la verdad seremos libres, pues mientras no la hallemos seremos esclavos de ésta, o dicho de otra manera, de la búsqueda de esta. Por tal motivo ningún hombre puede actuar con plena libertad mientras no encuentre la verdad, pues, si nuestro objetivo natural es acercarnos a la verdad, solo aquellos que la encuentren podrán actuar con plena libertad puesto que ya no estarán bajo influencia alguna. Así, encontramos pleno sentido a la frase: “La verdad os hará libres”.